"Pero la verdadera justicia está por hacerse y sólo será realidad cuando volvamos a ser un
pueblo luchador y conciente, solidario y amoroso... sólo entonces sentiremos de nuevo alegría en
nuestros corazones."
Familia Vergara Toledo
El 29 de marzo de 1985, los hermanos Rafael y Eduardo Vergara Toledo se encontraban en
una acción de recuperación de dinero, cuando son interceptados por un furgón de carabineros
al mando del subteniente Alex Ambler, el suboficial Marcelo Muñoz y los cabos segundos
Jorge Marín y Francisco Toledo. Al verse acorralados por Carabineros, los hermanos deciden
esconderse en los blocks de unos edificios, pero los cabos Muñoz y Marín lograron alcanzarlos y
les dispararon en el block 972-C.
Por Nigga ft. Farruko
Por Nigga ft. Farruko
Producto de la balacera, Eduardo Vergara fallece de un disparo en el pecho mientras que Rafael, quien se encontraba herido en la cadera producto de la ráfaga de ametralladora, se arrastró hacia donde estaba su hermano y lo abrazó para que reaccionara. Sin embargo, es subido herido al furgón de carabineros donde es asesinado, rematado de un disparo en la nuca. Ambos cuerpos son finalmente abandonados en plena vía pública.
Luego de 20 años de lucha incansable por las calles exigiendo justicia, se logra condena en
contra de los involucrados. Jorge Marín es condenado a diez años y un día, por ser el autor
material del asesinato de Rafael. Alex Ambler y Francisco Toledo son condenados apenas a siete
años y un día. Hoy están presos en Punta Peuco, un hotel más que cárcel, desde septiembre del
2010.
Con la llegada de la supuesta “democracia”, la violencia política que se utilizaba para combatir
un régimen dictatorial, ahora es rechazada y tildada de lumpen y delincuencia. Los medios de
comunicación elaboran verdaderas “campañas del terror” en torno al día, quitándole toda la
carga política que implica la conmemoración de esta fecha. Es así como antes del 29 de marzo
y el 11 de septiembre, a través de grandes campañas mediático-publicitarias, se entremezcla la
violencia política con el “terrorismo”, justificando la militarización y la fuerte presencia policial
en las poblaciones más movilizadas.
Sin ir más lejos, la violenta represión que se ejerce en el Día del Joven Combatiente cobró una
nueva víctima hace unos años. Es el caso del joven Johnny Cariqueo Yañez, quien participó
el día 29 de marzo del 2008 en un acto de homenaje en la comuna de Pudahuel, que terminó
a las 20:00 hrs. de manera pacífica. Él y sus amigos se retiraban a sus hogares cuando fueron
interceptados por un furgón del GOPE y, tras recibir una golpiza, son detenidos y derivados a la
26° Comisaría de Pudahuel, donde las agresiones físicas a todos los detenidos se hicieron cada
vez más crueles.
Johnny Cariqueo sufría de problemas cardíacos y, a consecuencia de las brutales golpizas y
constantes azotes propinados por Carabineros durante su detención en la comisaría, comenzó a
sentir un intenso dolor en el pecho y un brazo, por lo que fue trasladado más tarde al Servicio de
Urgencias de Pudahuel. A pesar de las recomendaciones médicas que indicaban la realización de
más exámenes médicos, la institución decide devolver a Johnny Cariqueo a la comisaría antes
de ser atendido.
El lunes 31 de marzo una vez en su casa, cerca de las 14:00 horas Johnny se recostó en su cama,
y comenzó a mostrar claros síntomas de un infarto, el que pese a los intentos desesperados de
asistencia de sus padres y amigos, en pocos minutos ocasionó su muerte.
La historia de lucha de los hermanos Vergara y de Jhonny, así como la de muchos otros jóvenes
que han estado presentes tanto en contra de la dictadura como de este “Estado democrático”,
ha articulado una memoria que traspasa los límites del tiempo lineal.
Son jóvenes que no se sienten representados por este sistema deshumanizador como el
neoliberal, perpetuando de alguna forma la lucha que se había dado en décadas anteriores.
Jóvenes herederos de la experiencia acumulada en décadas pasadas, de proyectos que
sufrieron el rigor de las más duras condiciones de vida, imponiéndose a la muerte y la tortura,
ofrendando al futuro una armadura identitaria de esta juventud rebelde que no cree en una
historia contada, sino que en un proceso que recién se escribe.
Es así que el día del joven combatiente se conforma en la funcionalidad de la memoria, en la
configuración de una identidad que se transmite en la lucha, en la construcción colectiva, en el
amor fraterno y en una participación política que no tiene cabida en los canales tradicionales.
La muerte de los hermanos Vergara representa la lucha de un pueblo entero, de una batalla
que no se construye con odio sino que con compañerismo, amistad y cariño. Como diría Pablo
Vergara: “Esto es una tarea de locos…de los locos del amor”
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