“El profesor ya se fue” es la respuesta que uno escucha cuando pregunta por Gustavo
González, periodista, ensayista y ex académico del ICEI, retirado el 2011, más conocido como
Gugo por sus alumnos.
Quienes alcanzaron a conocerlo recordarán su paso tranquilo y su trato amable, aunque nos
estuviera retando. Su voz –sedante infalible para muchos- le daba un sello particular, al igual
que los variados temas y actividades que podían aparecer en sus clases: desde hacer perfiles
de nuestros compañeros cuando apenas nos conocíamos, escribir cartas de amor o conversar
sobre las distintas formas de lucha en los movimientos sociales.
Por Omega ft La Factoria
Esta despedida no ha pasado desapercibida en el ambiente, donde todos lamentan su retiro.
Ya no habrá nuevas generaciones que queden impresionadas por ese pelado bajito que
caminaba por los pasillos del ICEI, sonriéndole hasta a los que nunca habían sido sus alumnos.
Tampoco vivirán las discusiones en clases, donde él, adoptando un tranquilo rol de moderador,
lograba que hasta los más tímidos hablaran.
Para todos quienes entraron a periodismo porque les gustaba escribir, las clases del profesor
eran ideales, llenas de ejercicios en donde la literatura y la creatividad estaban presentes, en
las que lograba transmitirnos sus incansables ganas de observar y retratar el mundo a través
de las letras, todo mientras escribía lenta y ordenadamente en la pizarra, ayudándonos a
escapar del fome periodistés utilizado en los medios tradicionales.
Esperamos que vengan nuevos académicos que, al igual que Gugo, a través de las lecturas y
discusiones en clases intenten que los alumnos expandan su perspectiva sobre el mundo y
conozcan más sobre temas que rara vez aparecen en la agenda setting. Gracias a esto, casi
todas las mechonas 2011 admiraron y se creyeron por un rato Solangie, guerrillera de las FARC
y protagonista del libro “Últimas noticias sobre la guerra”.
No queremos hacer una biografía del profesor, sino destacarlo por su paso en el ICEI.
Agradecer el apoyo que otorgó a las movilizaciones estudiantiles del año pasado, su
reconocimiento a la Escuela de Comunicación Popular, por el tiempo e interés dedicado
a todos los estudiantes, la eterna paciencia reflejada en cada corrección, y por las bonitas
palabras que en su despedida dedicó a sus alumnos y su familia, en especial cuando agradeció
a su esposa y dijo –cabros, tomen nota- “ella, más que mi cable a tierra, es mi cable al cielo”.
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